lunes, 28 de octubre de 2013

COMUNICADOR:



En vista de la difícil situación que se vive hoy en la sociedad en general, el país y el mundo entero, debida a la pérdida de valores y a la sagacidad con que se ha esparcido la mentira, me veo en la penosa necesidad de hacer periodismo y opinar.
Mi esfuerzo por trabajar unas decorosas ocho horas se ha visto atropellado por la necesidad de aumentar unos ingresos que por su delgadez, me están llevando consigo en la pérdida de peso, de ambos pesos, los kilos y los dineros, que ya no valen nada, como pareciera ser que tampoco vale mi vida ni mi tiempo.
Los restaurantes se multiplican y los que trabajamos en ellos somos seres humanos, a pesar de que no sea importante para sus dueños. No es el único rubro en el que esto sucede, hablo del caso porque es el que conozco. Ni siquiera culpo a los dueños, ellos simplemente quieren enriquecerse, como casi todo el mundo en esta sociedad, ya que así hemos sido educados. Nuestro mayor logro en la vida, según las normas sociales, es hacer dinero, tanto como sea posible, y enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo. Nunca se nos ha dejado muy claro hasta qué punto esforzarnos ni a costa de qué, y como generalmente para los negocios no hay escrúpulos  y, como mencionaba, el dinero es nuestro mayor valor, la forma más fácil y rápida de enriquecerse y ser exitoso, es aprovechándose de los demás congéneres, de su necesidad, de su tiempo y de su esfuerzo, arrebatándoles incluso su vida entera y esclavizándolos.
Sí, la esclavitud existe. ¿Quién dice que no?
Así que, he decidido ser un periodista de opinión, debido a varios motivos.
El primero es que no quiero mentir ni fingir más, como lo he tenido que hacer en mayor o menor grado porque esto que digo pudiera ofender a mis amigos, que muchos son dueños de restaurantes y empresarios. En segundo, porque  también considero que ya es necesario. En cuanto un hombre va conociendo la “verdad”, en persona, si desea continuar en ese destino feliz, ya no puede darle la espalda y esto de escribir es más un gusto que una necesidad; o las valoro en ese orden, mejor dicho. Y tercero, no es que piense que mis opiniones vayan a cambiar la sociedad, no, quizá solo me salve yo y roce apenas mi entorno, pero voy a ser yo un poco más libre y un hombre más satisfecho y honesto, lo que me va a devolver algo que en realidad todos tenemos, pero que por miedo, creemos haber perdido, la dignidad.