miércoles, 29 de noviembre de 2006

HISTORIAS DE LA COFRADIA

Todo empieza por el fracazo, la desesperación o por errores simples de gente común queriendo hacer cosas diferentes.
T.H.SMITH



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Cuando llegué de Roma, con una mano atrás y otra adelante, después de probar suerte en la recolección de manzanas, en la barra de una disco y hasta en el casino de Montecarlo, lo primero que se me ocurrió fue ubicar a algunos amigos que hice unos cuantos años atrás. México es grande y peligroso si uno no la conoce. Yo me jactaba de ser un gran conocedor pero fue llegar y ver, para mi sorpresa, que muchas avenidas habían crecido y ya tenían dos y hasta tres pisos, que la gente parecía llegar en cantidades industriales a diario a vivir allí y que cada semana se fundaba una nueva colonia. Al parecer mis "amistades" había huído del caos de una orbe que poco a poco se transformaba en un agujero negro. Busqué, sin embargo, con resolución y empeño. A los tres días de llegar, di con un tipejo al que apenas llegué a conocer, en realidad me parecía un estúpido, sin exagerar, pero era mi primer hallazgo y como tal, fue divino. Hablamos de nuestras amistades en común mientras nos echábamos un vino tinto argentino razca, pero razca razca, una lija para el paladar.
-Está rico- mentí.
-Si es de bla y bla bla bla- pretendía que yo saboreara su historia barata.
-Se nota- dije, y cambié de tema esperando obtener datos de los que verdaderamente eran mis amigos.
-Mira- contestó a mis frecuentes pregutas sobre indicaciones de personas buscadas.
-He intentado todo, les invito a todos los cumpleaños, les regalo boletos para conciertos, entradas al estadio azteca, y nada, nadie me ha contestado, una vez me encontré a Juvinet, el flaco, andaba apurado y apenas me llegó a decir que se había mudado para la Escandón, cerca del circuito interior, pero nada más, se largó corriendo-
-Pero que mal educado, porqué habrá hecho eso?- pregunté poniendo mi mejor cara de estúpido que no entiende nada.
-Es que está con mucha chamba- contestó.
-Eso es bueno, no lo puedes culpar por ello- dije ya levantándome de la silla -ya tengo que ir arrancando, se me va el tren-
-Para dónde vas? Qué vas a hacer? Te quedas unos días por acá?
-Unos días, si, unos días, bueno, te dejo, cuidate, bye- me despedí casi sin dejarlo hablar.