Ser libre en toda la extensión.
Era evidente
que si lo que yo quería era ser libre en toda la extensión de la palabra, tenía
que estar enfocado completamente en el conocimiento de mí mismo. Mis miedos y
manías, mis conceptos, hábitos y compulsiones debían salir a la luz. Para esto,
para verme a los ojos, necesitaba mucho valor. Entre mis costumbres más
arraigadas estaban la de aferrarme a la idea de cómo un hombre debía ser, y la
de dejarme caer en la depresión por no serlo.
Yo no me gustaba.
Desde el
presente de mi mediana edad aún sentía que debía intentarlo, que debía quererme.
Si aquel sentimiento de haber conocido el paraíso y de haberlo perdido me había
traído hasta aquí, y si ahora me daba cabal cuenta que necesitaba bendecir cada
parte de mí mismo y esperar que lo obscuro se hiciera claro, ahí estaría yo, intentándolo
totalmente entregado. Nunca había tenido un motivo para estar vivo más
importante que este, mi propia salvación.
La primera etapa.
Lo primero era
observar mi comportamiento general desde todos los ángulos posibles. Abrir la
gama de formas en las que me componía. Desde mi estado consciente, limitado por
la forma negativa de verme, hasta el inconsciente y lleno de sueños extraños,
pesadillas y vivencias ensoñadas casi tan reales como las del mundo cotidiano. Mientras
atestiguaba mis emociones debía continuar esforzándome para sostenerme en la
vida cotidiana, para vestirme, comer y tener un sitio decente donde dormir. Debía
observar con detenimiento quién era yo, y por qué pasaba confundido, triste o
enojado la mayor parte del tiempo.
Un mecanismo energético.
Para lograr
esto necesitaba aplicar atención en la lectura de mis sentimientos. Primero
debía experimentar los sentimientos reales tal y como nacieran desde lo
profundo, y luego intentar un viaje a la memoria con mi ser real, a través del
tiempo. La idea era ir pintando, aclarando, ir abriendo conexiones ópticas para
observar mejor los sentimientos y, si fuera posible, descubrir cómo se fueron
formando.
La maqueta
De mis
raíces conceptuales ha salido una gran cantidad de información, sobre todo para
detectar los miedos, las fantasías y los estados de abandono destructivo, o los hábitos analgésicos para el olvido de mí mismo.
Despertar el deseo de expansión consciente.
Cuando el
amor es una práctica constante, y si la intención es “despertar el deseo de la
expansión”, se puede partir desde donde uno se encuentre, aunque no sea capaz
de sentirlo y no nos parezca posible la producción de tales sentimientos.
1 comentario:
Sin dudas esta 1º etapa implica las puertas de la transformaciòn. Excelente Gus, como siempre. Cariños. Gise
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