martes, 5 de noviembre de 2013

LA PRIMERA ETAPA




                                      Ser libre en toda la extensión.
Era evidente que si lo que yo quería era ser libre en toda la extensión de la palabra, tenía que estar enfocado completamente en el conocimiento de mí mismo. Mis miedos y manías, mis conceptos, hábitos y compulsiones debían salir a la luz. Para esto, para verme a los ojos, necesitaba mucho valor. Entre mis costumbres más arraigadas estaban la de aferrarme a la idea de cómo un hombre debía ser, y la de dejarme caer en la depresión por no serlo.
Yo no me gustaba.
Desde el presente de mi mediana edad aún sentía que debía intentarlo, que debía quererme. Si aquel sentimiento de haber conocido el paraíso y de haberlo perdido me había traído hasta aquí, y si ahora me daba cabal cuenta que necesitaba bendecir cada parte de mí mismo y esperar que lo obscuro se hiciera claro, ahí estaría yo, intentándolo totalmente entregado. Nunca había tenido un motivo para estar vivo más importante que este, mi propia salvación.
La primera etapa.
Lo primero era observar mi comportamiento general desde todos los ángulos posibles. Abrir la gama de formas en las que me componía. Desde mi estado consciente, limitado por la forma negativa de verme, hasta el inconsciente y lleno de sueños extraños, pesadillas y vivencias ensoñadas casi tan reales como las del mundo cotidiano. Mientras atestiguaba mis emociones debía continuar esforzándome para sostenerme en la vida cotidiana, para vestirme, comer y tener un sitio decente donde dormir. Debía observar con detenimiento quién era yo, y por qué pasaba confundido, triste o enojado la mayor parte del tiempo.
Un mecanismo energético.
Para lograr esto necesitaba aplicar atención en la lectura de mis sentimientos. Primero debía experimentar los sentimientos reales tal y como nacieran desde lo profundo, y luego intentar un viaje a la memoria con mi ser real, a través del tiempo. La idea era ir pintando, aclarando, ir abriendo conexiones ópticas para observar mejor los sentimientos y, si fuera posible, descubrir cómo se fueron formando.
La maqueta
De mis raíces conceptuales ha salido una gran cantidad de información, sobre todo para detectar los miedos, las fantasías y los estados de abandono destructivo, o los hábitos analgésicos para el olvido de mí mismo.
Despertar el deseo de expansión consciente.
Cuando el amor es una práctica constante, y si la intención es “despertar el deseo de la expansión”, se puede partir desde donde uno se encuentre, aunque no sea capaz de sentirlo y no nos parezca posible la producción de tales sentimientos.


1 comentario:

Unknown dijo...

Sin dudas esta 1º etapa implica las puertas de la transformaciòn. Excelente Gus, como siempre. Cariños. Gise