jueves, 8 de diciembre de 2005

LAVAPLATOS

El problema comenzaba a destaparse cuando se quedaba solo. Todavía le quedaban casi dos meses más en su trabajo de esclavo. La idea era dura de soportar. La presión de no poder disfrutar nada, de estar siempre agotado, de las horas pasando sin ningún contenido. Platos, platos, platos…
Esa noche salió alrededor de las dos de la mañana del trabajo. Fue a su pieza, se cambió de ropa y luego se dirigió al bar de Anais. Adentro estaba Juancito sentado en una mesa.
- Dame licor de Whisky con dos hielos – dijo al camarero – y aparte una cerveza -
- Eso es una bomba – dijo Juan.
- Es exactamente lo que estoy buscando Juan, que me explote la cabeza -
En la televisión estaban pasando un partido de fútbol. Era un campeonato sudamericano sub-20, Argentina-Chile.
- Súbele el volumen, Ana - Pidió acomodando la silla hacia el monitor.
Luego echó la cerveza dentro del vaso de licor y comenzó a beber y ver el partido.
Se había tomado cuatro o cinco copas cuando Juancito le dijo:
- ¿Vamos?, son casi las cuatro y en unas horas tengo que ir a trabajar-
- No, yo entro a las doce. Ve tú -
Juan insistió con lo mismo para sacarlo de allí. Creía que estaba bebiendo demasiado.
- Vamos hombre, estás tomando como una bestia -
- Aquí me quedo -
Juan salió con el paso entrecortado.
- ¡Anais!, otra igual -
Anais era leal a la causa del incomprendido y a su bolsillo.
¿Porqué no podía sacarse de la cabeza a Clara?, si apenas la conocía.
¿Qué le estaba pasando con ella? Recordaba una y otra vez el día que, con su padre, fue a buscarlo al aeropuerto… y como lo trató al día siguiente. Habían ido a caminar por Barcelona todo el día, habían hablado de sus gustos comunes por la fotografía e incluso habían estado viendo cámaras en una casa especializada para preguntar precios porque él quería comprarse una. No podía olvidar lo hermosa que estaba aquella mañana en que le preparó el desayuno. Le pidió que se quedara algunos días y él no había querido aceptar para no molestar, al fin que ni los conocía, además le esperaban en Menorca. Cuando se despidió había percibido el deseo sincero de ella para que permaneciera allí, y ahora, en Menorca con su exnovio, paseaban el aburrimiento.
- Ahora si, dame la última -
- Se dice la penúltima.- le contestó Anais.
- La que sea -
Después se fue tambaleando, salió por la calle oscura, tomó por el caminito del hotel y entró a su sucio sótano. A duras penas se zambulló en la catrera y durmió profundamente.
Clara y Pedro fueron al restaurante a despedirse al otro día. Él se había sentido acompañado por gente amiga. Volvería a su soledad.
- Vinimos a despedirnos - dijo Clara.
- Me encantó que vinieran por aquí, espero volver a verlos -
- Gracias - murmuró entre dientes Pedro.
- Te tengo una noticia - dijo ella - me enteré por la radio que va a haber una amnistía para los extranjeros que trabajen en España, voy a averiguar más y te hablo, ¿qué te parece? -
- Si, lo supe, es necesario un contrato y no se cuantas cosas más, voy a ver…-
- No te preocupes, yo te llamo -
- Ok. Buen viaje, ve con cuidado en la moto - le dijo a Pedro.
Luego se fueron rápido, hacia el puerto de Mahón, donde un ferry los esperaba, para alejarlos de él.

Los días pasaban y el trabajo se hacía más duro. Por momentos tenía ganas de mandar todo por un agujero negro. Comía tres veces más de lo normal, había engordado un poco, incluso estaba más fuerte debido a que tenía que lidiar diariamente con cajones de distintas cosas, pollos, frutas, pescados, verduras, helados. Todo se guardaba con la ayuda del “uruguaio”, como le decían. A él le sonaba mal, acostumbrado a la forma rioplatense de pronunciar. La letra “Y” y la “LL” para él siempre habían sonado igual, en fin, le decían: “¿porqué arrastras las palabras?” y él contestaba: “suena lindo, nada más”.
Su trabajo de “pinche de cocina” era realmente una pinche bomba a punto de hacerle reventar. Suerte que frente al restaurante estaba el Anais-Bar. Se desquitaba a menudo, casi a diario, se amuraba al mostrador y le daba a los licores. A veces su amiga lo tenía que llevar, sobre todo al final que la presión del trabajo era fatal. Por lo normal él salía tambaleante, se despedía y se iba, olvidándose de pagar. Ese inhumano calvario, le estaba matando, le estaba haciendo de sal.
- Uruguaio - le gritaban al salir del bar – ¡tu casa es para el otro lado, vas en dirección equivocada! -
- ¡Si claro, pero tu esposa me espera en la tuya, aprovechando que tú no estás! – contestaba irónico.
Menorca se estaba desvaneciendo, la temporada de verano pronto llegaría a su fin. Había empezado por preguntar a los camareros y le aseguraban que en quince días todo se iba a terminar.
- ¡Gracias a dios! ¡Gracias a dios! – decía.
Tenía 3000 U$S libres de todo gasto, aún le quedaba cobrar un sueldo y el señor Pérez le había prometido premios por asistencia. Comenzaba a palpitar la libertad.
- ¡Tony!…teléfono – dijeron desde la caja.
- ¿Quién es?-
- Tú prima –
Tomó el tubo y contestó.
- Hola Clara, ¿estás bien? -
- Hola, si, muy bien. Te llamo para saber… ¿pronto terminas allí?-
- Si, ¿porqué?-
- Mira, es que mi padre tiene un puesto vacante de ayudante en su estudio de arquitectos y me dijo que si querías podías venir a trabajar aquí.
- No te puedo creer. ¿En serio?
- Si -
Detrás de él, los muchachos de la barra y los camareros, con las orejas paradas, atentos, trataban de entender, de curiosos nada más, lo que pasaba en la conversación.
- ¡Fuera! ¡Fuera! – les gritó.
Definitivamente les había terminado por caer bien. Había pasado por la prueba de fuego, sin quejarse ni chistar, se había transformado en un héroe y les había demostrado que nada ni nadie lo podrían detener.
- Guuuuuau, ¿en serio? – repitió.
- Claro que si -
- ¡Gracias, gracias! –
- No es nada, eres valiente al estar aquí, intentando salir adelante, simplemente pensamos que tal vez estaría bien ayudarte en algo -
Clara era su ángel. Lo transportaba hasta el cielo, lo paseaba entre las nubes y después lo aterrizaba en un suelo, muy seguro y firme. Alguna sección del paraíso se había apiadado de él, le habrían asignado el caso a ella, levantar a los caídos… y allí estaba, con él, extraña, misteriosa y encantadoramente unidos por el destino.

No hay comentarios.: