viernes, 25 de julio de 2008

NO HAY TIEMPO


Caminando por el pasillo del piso 145 de la Corporación de Comunicaciones no pudo dejar de pensar en todo lo que habían hablado con su químico amigo, Maximiliano Solá. Le había dicho cosas que nunca hubiera pensado. Conocía a su padre, un gran científico, pero ¿él? ¿Qué se proponía? Todo había quedado en esclarecerse en una reunión privada junto con alguien no mencionado, un desconocido, según Max, de su plena confianza.

Kiedma llegó a Barcelona con la sensación de estar manipulada. Mientras respondía al saludo de sus compañeros de trabajo con sonrisas falsas y frases hechas entró a su sección.


La mente… ¿Cómo era capaz? La idea la confundía. ¿Todas aquellas personas habían vivido engañadas la vida entera? ¡Seguro! –pensó- son tan predecibles como el primer día.
Decidió permanecer a solas un rato y, contrariamente a sus costumbres, no encendió a Marlene, su ordenador personal, quien le mantenía en contacto con la actualidad y los acontecimientos más importantes en su trabajo.


Puso en el visor la última carta de Matías.

“¿Cuál es el último lugar en que me buscarías?
Contestando tu pregunta amor, si, la respuesta es si.
No podía ni puedo aún confiar en nadie, a menos, claro está, en quien tenga exactamente los mismos intereses que yo, lo cual sería utópico y extremadamente curioso. Provocaría en mí una significativa desconfianza e incredulidad. (Eres lo único que me liga a los hechos y no te quiero poner en riesgos)¿Entiendes que te están vigilando? ¿Que están leyendo por sobre tus hombros esta carta? Si no lo están haciendo, créeme, lo harán.
Y volviendo a lo que te decía antes, hay un mundo de gente feliz por aquí, gente que confía que todo se va a arreglar y que, sumadas a las condiciones de nuestra especie y a la propia naturaleza, como siempre, encontrarán la respuesta a todos nuestros problemas y, sin más, estos se solucionarán. Y es cierto, yo también lo creo, al menos a largo plazo esto debería pasar. De hecho es como siempre ha funcionado. Lo que no resiste más, es lo que mi padre llamaba “marcadores de maldad”, se dispararon demasiado por arriba de lo normal. No quiero aburrirte con las cifras, pero se ven muy mal y, la verdad, es lo que finalmente me hizo tomar esta decisión.
Así que recuerda, no estarás sola en esto. En cuanto al amor, del que tanto hablamos, lo hago por ti. No hay tiempo que perder, me iré muy lejos, lo llevo en mi sangre nómada.
Te amo, Matt.”

¡¿Qué estaba pasando con todos hoy?!


Ella había entendido algo, mensajes ocultos entre las frases, pero su cuerpo, él si pareció saberlo, por eso le faltó el aire.

Desde que entendió que su padre, Jon Doyle, era una de las tres personas más poderosas del mundo, su hambre de exploración la condujo a imaginar fugas del control de seguridad, tener amigos secretos y representar personalidades fingidas con majestuosidad. Tenía que actuar. Tomó el corazón de Marlene y con la misma naturalidad que antes se introdujo en los corredores de la corporación. Caminó hacia es ascensor. Su figura delgada pero fuerte le daba el andar de una mujer de metal.

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